Es el año 2045. Colombia, un país conocido por su rica diversidad natural, ha pasado los últimos años implementando un ambicioso plan para mitigar los efectos del cambio climático, el extractivismo, el corporativismo y, lo más importante, su larga historia de violencia.

Cansados de que el gobierno fuera incapaz de resolver los problemas más urgentes del país, científicos, ciudadanos, comunidades indígenas y otras minorías tomaron acción. Desarrollaron una tecnología revolucionaria para darle una voz política a la naturaleza. La llaman Inteligencia Natural (IN), una solución algorítmica centrada en el planeta, diseñada para elevar a la naturaleza a la categoría de agente trascendental en la constitución. Sus principios operativos están inspirados en las enseñanzas indígenas de conservación de la naturaleza.

IN utiliza una red prácticamente infinita de microsensores dispersos a través de los ecosistemas para recopilar datos en tiempo real y analizarlos. Esta red crea una inteligencia basada en la nube que puede representar los intereses de la naturaleza.

Con esta tecnología, los colombianos han logrado cambiar el proceso de toma de decisiones políticas. IN no solo permite que las personas se comuniquen con la naturaleza y tomen conciencia del entorno en el que viven, sino que también permite que la naturaleza tenga un lugar en la mesa de toma de decisiones del país y participe directamente, a través del voto, en el proceso político. El experimento ha significado una revolución intelectual sin precedentes en la historia reciente.

Esta innovación ha resultado en una relación más fuerte entre la sociedad y los ecosistemas. Las personas buscan alternativas al estilo de vida de la industria 5.0, y la sociedad en masa no acepta la destrucción de la naturaleza.